¿Castigo, a mí?(Libre)

¡I-nau-di-to!
Esas habían sido sus palabras cuando la maestra encargada de su dormitorio la había encontrado intentando apresar gente para sacarles algo de sangre y experimentar por primera vez sobre si la sangre de verdad volvía mas tersa la piel, como su original.
Tenía todo preparado: anestesia (podía ser cruel pero no tanto), un bisturí y un contenedor para la sangre.
Pero no, la frase que le había dedicado la maestra era "tu original empezó sus experimentos a los 42, tú no puedes adelantarte a ella, con todo y que es una seña positiva tu comportamiento".
Mientras tanto, los guardias liberaban a sus posibles víctimas, entre ellas, el pobre de Cervantes, a quien por motivos ocultos le había ganado bastante odio. El chico suspiró de alivio al ver a aquel escuadrón salvarlo del bisturí (a pesar de que tenía ya el brazo adormilado por la anestesia)
-Tu original solo mató mujeres ¿porqué pensarías entonces en torturar hombres, Boszi? Estás castigada.

Así que por eso estaba en ese momento copiando, a la usanza antigua, una frase en el pizarrón "Seguiré fielmente a mi original, seguiré fielmente a mi original" con una disciplina ejemplar, mientras se mordía con furia los labios.
Le dolían ya los dedos y la tiza le picaba la piel. Apoyó su cabeza contra el pizarrón, cansada.
-¡Como quisiera en estos momentos tener aunque sea sangre de Mike... tonto!- rayó con furia el pizarrón, al recordar al chico de ojos verde amarillento, ahora sí lastimándose en serio.

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Boszi: diminutivo de Érszebeth

D'Eon caminaba por el pasillo llevando una cajita, le habían encargado que transportara las nuevas provisiones de tizas al salón donde normalmente se cumplían los castigos. Los alumnos poseían una tendencia a romperlas o esconderlas, para excusarse de no cumplir con lo ordenado previamente.

Sabía que ahora alguien estaba allí, porque cuando alcanzó la recta final del pasillo una profesora pasó cerca de él y al verle las tizas le dijo que no se entretuviera con la castigada, agregando un enigmático “por tu propia seguridad”.

«Una chica es la castigada», pensó. «¿Por qué lo estará?»

Finalmente llegó hasta la puerta del salón, dando un pequeño golpe, agregó:

—Permiso —y entró.

Al ver a la muchacha de cabello rojizo con tintes castaños frente al pizarrón, su cuerpo se detuvo. Era Erzebeth Bathory, si bien no había tenido oportunidad de conversar con ella antes, conocía los últimos rumores que rápidamente se propagaron por el instituto.

Al darse cuenta de la reacción de su cuerpo, sonrió. No podía dejarse engañar por rumores, y menos si no conocía la persona implicada en ellos.

—Hola —y señaló a la cajita—. Son nuevas tizas, por si necesitas repuestos.

Aún con la cabeza apoyada en el pizarrón comenzó a sobarse los dedos, al menos hasta que escuchó que alguien había entrado al salón. Sin abandonar su postura y oculta bajo sus característicos rizos, giró la cabeza y examinó al recién llegado, primero sus rasgos físicos y luego su postura y gestos, así también descubrió con horror que llevaba más de su condena entre sus manos.

Tras unos segundos en silencio, se paró de modo normal y miró al chico, de un modo algo frío y sonriendo.
-Charles de Beaumont- susurró su nombre, con educación- Gracias por traerme las tizas, pero creo que ya he terminado con mi castigo

—Me alegro por ti —dijo con una sonrisa—. Dejaré las tizas por aquí.

Cuando se acercaba al escritorio, pudo leer claramente lo que la muchacha había estado escribiendo en el pizarrón: “Seguiré fielmente a mi original”. Su sonrisa se desvaneció de golpe. Algún día, ¿también él terminaría escribiendo aquellas palabras?

Era difícil seguir el camino del original, y más cuando alguno de sus hábitos no eran del completo agrado para el clon.

Tras depositar la cajita sobre la mesa, miró a la chica.

—Bathory…—hizo una breve pausa para tragar su saliva—, ¿estamos atados a nuestros antecesores?

-Por eso escribo tan mal... tengo cosas mas importantes que hacer.
No podía quitarse el dolor de los dedos, así que se los sobó con cuidado mientras él revisaba su bello castigo. La húngara escribía con letra de patas de araña sin importar si tenía prisa o no.

Al escuchar esa pregunta sintió un escalofrío, se acercó al chico.
- Es la razón por la que nos han dado la vida, y debemos seguirlos en todo, aún nos cueste castigos. O tener que frustrar algunos sueños que tengas y no concuerden con tu original.
Se cruzó de brazos.
-La gente se me aleja porque cree que le haré algún daño y el otro día quise intentarlo. En tu caso, tengo entendido que tienes que travestirte a veces.
Suspiró.
-No me digas Bathory, dime Boszi.

Él escuchó atentamente mientras que la observaba, más allá de su belleza, le pareció una persona sincera, alguien de quien podría confiar. Tenía la sensación de que alguien de mucha sabiduría le dirigía la palabra.

—Gracias Boszi —asintió cuando ella terminó de hablar—, y tú puedes llamarme D'Eon.

Luego miró nuevamente al pizarrón. Siempre le comentaban que creaba fácilmente vínculos con las personas, pero él no podía evitarlo, y en aquella ocasión, también le había resultado agradable la chica que tanto temor infundía en otros estudiantes.

—Dijiste que ya terminaste tu castigo, ¿quieres ir a algún lado?

-Quizá a comer algo, tengo bastante hambre luego de hacer semejante rabieta- comentó apenada de su rayón en el pizarrón, dedicado especialmente a una persona.- ¿Tú quieres ir también a comer? No estás obligado a acompañarme, D'Eon
Al comentar lo último, lo decía en referencia a su naturaleza un poco huraña.
Miró sorprendida aquellos ojos de una claridad incomparable, que bien podían confundir a cualquier persona que no fuera lo suficientemente perspicaz para analizar a la gente.
-Pero en caso de que quieras, podemos seguir hablando de esto.

D'Eon forzó una sonrisa, no deseaba hablar más sobre el tema. Estaba seguro que se quebraría si desvelaba todos sus sentimientos ante ella. Era la primera vez que tenían la oportunidad de conversar, y no quería molestarla con sus preocupaciones.

—No, es suficiente —dijo, mientras que sentía como aquellos ojos verdes intentaban traspasar su muralla—. Y sería un honor para mí acompañarte.

Sonrió al escuchar eso, algo tímida para luego abandonar el salón, acompañada de aquel chico tan enigmático. Era ya un poco tarde y dudaba que le fuera a tocar algo rico para comer.
-¿En que club estás que nunca antes te había visto, d'Eon?

—En esgrima.

No era un excelente espadachín, pero le dedicaba mucho esfuerzo en las prácticas para tener un nivel decente. Su original solía participar en torneos, así que él debía ser competitivo en la disciplina. Sin embargo, le gustaba, en ese aspecto coincidía con el verdadero Charles de Beaumont, así que no le molestaba la rutina.

—¿Y tú?

-Yo en lenguas. Hablo español, francés, inglés, alemán y latín... aunque esta última no me gusta.
Al igual que su original debía llegar a ser muy culta, mucho más que los hombres del colegio en general, y si bien era algo perezosa para aprender, también era curiosa.
Se rió algo divertida, al llegar a la cafetería.
-Seguro te dijeron que no te detuvieras conmigo ¿verdad?

—Me comentaron algo por el estilo —respondió, también sonriendo.

Cuando la profesora le mencionó “por tu propia seguridad” se sintió intrigado y algo temeroso, además al verla en la habitación, se había paralizado por un miedo repentino. Erzebeth Bathory fue un personaje histórico escalofriante, y su clon comenzaba a manifestar algunos de sus hábitos.

Pero tras entablar conversación, instantes atrás, su opinión cambió totalmente. No le parecía una persona malvada; era sensata, simpática e inteligente. El joven solía tratar a las personas de forma demasiado amigable, o ingenuamente como le había dicho alguien en el pasado.

—Pero Boszi, tú me resultas una persona muy agradable.

Para ese momento, ya estaban en la cafetería y ella estaba sirviendose la cena, tranquilamente, cuando él le dijo que le agradaba.
-Yo tambien creo que eres bastante agradable y mira que sí cuesta trabajo que lo diga.-lo miró fijamente, curioseando sus rasgos tan particulares.- ¿No quieres algo de comer? Te ves algo cansado.

(cofcofcof alimentando a sus víctimas cofcofcof)

—Gracias, una fruta será suficiente —pidió, y luego explicó el porqué—. Si quiero que los vestidos me sirvan, debo mantener una estricta dieta. Tengo la obligación de verme “bella”.

Era uno de los precios que debía pagar por cuidar su silueta tan inusual, principalmente porque los vestidos que recibía de sus admiradores solían ser de tallas muy ajustadas. Quizás solamente era para ponerlo a prueba, pero el muchacho deseaba cumplir con las expectativas.

Aunque también estaban las excepciones, en los días que practicaba actividades deportivas se permitía una ración un poco más completa. Pero en ese día en particular, él había permanecido la mayor parte del tiempo en la biblioteca y en su dormitorio, mirando algunos catálogos de moda.


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[Off-rol]¿Deberíamos continuar en el subforo “Cafetería y Gran Comedor”?[/Off-rol]

(OFF: No, no te preoccupies ^^)

-Ah, claro- recordó un poco de la historia del chico- Supongo que debe ser un poco difícil tu misión.
Tranquilamente, la condesa sangrienta podía comer cuanto quisiera, porque si bien no era un pozo sin fondo, el hecho de estudiar sin descanso le consumía gran parte de sus energías.
Para cenar casi siempre la obligaban a comer cualquier comida que tuviera que ver con sangre: moronga, pudín inglés de sangre... Todo con tal de asegurar que realmente llegase a gustarle el vital líquido, como una vampiro.
-Supongo que ninguno de nosotros la tiene fácil realmente.