Pesadez... [Libre]

Caminaba enfrascada en su propio mundo como absorta de la realidad, hasta que por fin alzó la vista y vio un gran árbol frente a ella, tenía las hojas de un color verde rebosante de vida y estaba rodeado de flores, rosas, amarillas, blancas... de todos los colores. Cuando lo vio no pudo resistirse a su belleza, pero lejos de acercarse más solo se quedo contemplándolo con admiración. Su mirada era hasta cierto punto desconcertante pues envolvía melancolía y también fastidio al observar aquellas hojas mecerse en un vaivén delicado con la brisa que esa tarde corría, tan espesa, tan plana. En aquel momento cerró los ojos, el aroma de las flores se mesclaba con la brisa, el cantar de los pájaros, aquello era un mar de paz y tranquilidad.

-Pero el ser humano poco sabe de ser libre... ¿cómo puede añorarse algo tan lejano?- entreabrió ligeramente los ojos dejando que esas orbes lilas se posaran nuevamente en la copa de aquel asombroso árbol, suspiro y acomodo sus lentes. Sabia la respuesta y le causaba gracia -No cabe duda que nosotros mismos buscamos complicarnos la vida... con lo fácil que solo seria aceptar el afanado destino, si claro... que absurdo, tal cosa no existe- musito con sorna y mordió ligeramente su labio inferior. Era como un mea culpa pues todo aquello eran cosas que se planteaba en modo de repoche a si misma y aun no hallaba una respuesta que la satisficiera completamente. Ella, como ser humano, como mujer, ¿por qué tenía que verse limitada a solo seguir los pasos de su antecesora?

No es que pensara a los demás como simples objetos de estudio, porque él no pensaba para nada de esa forma, él, con mucha frecuencia, se sentía rápidamente sorprendido y cautivado por la facilidad con la que los demás se dejaban vencer por sus emociones. Los demás no eran objetos, eran... personas.

Sin embargo, su original ya lo había dicho, nadie era completamente consciente de sí mismo y por tanto nadie podía ser completamente dueño de sí mismo, al menos no hasta que lo inconsciente se volviese consciente. Era una buena comparación a su vida como clon en ese colegio. Había muchas cosas inconscientes que quería sacar a la luz.

Freud nunca sería completamente dueño de sí mismo hasta descubrir la verdad. Pero aún le quedaba la libertad de pasear, ¿o no?

Con su caminar llegó hasta los jardines y rápidamente avistó a una joven, ¿qué estaba haciendo ahí como hipnotizada? Grandiosa pregunta, pregunta que requería una respuesta de la misma calidad.

Se acercó cuidadosamente hacia ella, esperando no hacer ruido con sus pisadas. No sabía el por qué, pero quería asustarla. Se detuvo antes de estar muy cerca, como a unos doce centímetros de tocarla.

- ¿Ese árbol es tan interesante? - cuestionó con su habitual semblante serio -. ¿A qué te recuerda?

Los pensamientos de aquella muchacha estaban en guerra, enfrentándose entre sí, atacándose sin compasión ni remordimiento alguno, ¿Quién podría ganar? ¿Cuál de todos estaría en lo correcto? Seguramente ninguno, porque para que una verdad prevaleciera la otra debía declararse como mentira, nunca habrá más de un ganador cuando los que compiten son dos, y eso lo sabía a la perfección, pero aun así… era algo que no podía evitar

–Yo solo…- respondía como un acto inconsciente pero fue entonces que sin percatarse antes por sus constantes divagaciones es que percibió que alguien estaba muy cerca suyo y no fue hasta oír la voz de su acechante que sintió pasar por su cuerpo cierta corriente, haciendo que se sobresalte un poco y girara de inmediato poniendo un pie hacia atrás -¿Qué es lo que pretendes?- le cuestiono con total confianza como si se tratara que lo conociera toda la vida, aunque no era de charlar mucho con los demás en ese lugar pues siempre prefirió mantener cierta distancia.

Lo examino bien tratando de regresar a su posición serena y segura de sí. Echo su cabello para atrás y se cruzo de brazos frunciendo el ceño –Yo te eh visto antes... eres el clon de Freud, ¿cierto? No sabía que ahora te gustaba andar de acosador, ¿se te perdió tu grupito de amigos?- fue una clara afrenta para él, y es que se había sentido hasta cierto punto victima de violación… de espacio claro estaba. Si, la pelinegra estaba dramatizando un poco, pero es que no debió haberla sacado así de sus pensamientos.

¿Qué pretendía? Nada en particular, sólo quería pasear. Su propia respuesta carecía de razón, así que se abstuvo de pronunciarla, al parecer, ella continuaría con la charla por su propia cuenta.

- No te estoy acosando, ¿o es que sientes mis manos sobre de ti? - replicó con toda tranquilidad, ¿desde cuando era acoso hablarle a los demás por las espaldas? Nadie tenía ojos por detrás, no hasta donde sabía. Volteó hacia la izquierda, tratando de rememorar que había sido de su pequeño séquito de amigos, no los había visto en mucho rato y, debía admitirlo, comenzaba a extrañar sus tonterías de siempre y sus lloriqueos improvisados, amaba molestarlos-. Si ese fuera el caso, no se me habrían perdido, seguramente deben estar jugando en alguna parte.

No se cruzó de brazos como ella.
Sigmund podía suponer que estaba asustada, aunque no hubiese gritado o se hubiese sobresaltado demasiado. Esa posición defensiva era demasiado obvia.

- Sí, al parecer, tú eres la clon de Beauvoir - dijo. Por dentro se preguntaba si mantendría ideales similares a los de la francesa. Le daban ganas de debatir acerca del dichoso existencialismo. Por otro lado, debía contenerse, no quería que sintiera que la estaba retando porque en realidad no lo hacía.

Miró el árbol con curiosidad. A él le parecía un árbol común y corriente. No significaba nada para él.

-¿Jugando? Vaya… por eso digo que este lugar tiene a los mejores clones- era obvio que iba con cierto sarcasmo y bufo tras eso. Aun no alcanzaba a comprender la magnitud que el tener un grupo de amigos como ellos podría traer de beneficio, quizás, solo quizás sea por diversión de molestarles, o de oír las locuras con que pudieran salir. Por su parte ella no tenía cosa como esa a su alrededor y es por cual, pensaba que su vida era algo monótona, sin cambios relevantes.

Pero cuando oyó mencionar que era el clon de Beauvoir sus ojos se entrecerraron un poco, no le agradaba pensar en ella como un clon, o mejor dicho, lo que le disgustaba era que su vida se viera guiada por parámetros que otros imponían, sin ser capaz de decidir qué era lo mejor y que no. Ser un clon en toda su expresión de la palabra, era un fastidio, un aborto de libertad. Observo en silencio como el miraba aquel árbol que ella antes contemplo, y por lo visto en su expresión parecía que para él no era nada relevante tal paisaje, lo cual la hizo suspirar con pesadez.

-Sí, soy el clon de Beauvoir, y a la misma vez, soy yo misma- musito con cierta parsimonia tras segundos de silencio y se quito los lentes para poder limpiarlos con cuidado. No es que los necesitase usar todo el tiempo porque veía perfectamente aun sin ellos, pero le agrada –La vida de muchas personas es como la de aquellas hojas, tan predecible, tan aburrida… el ser humano siempre quedara sujeto a los dictámenes ajenos y no porque no hay de otra, sino porque son débiles- Término de limpiar los lentes y se los volvió a colocar dirigiendo nuevamente su mirada hacia él y posteriormente sonriéndose ante la posibilidad que el psicoanalista no hubiese captado en si la esencia de sus palabras. Después de todo, a los ojos de aquella mujer, él era más un hombre de creer que la mente y el mundo estaban separados, cuando no era así.

Arqueó la ceja y dejó de mirar el árbol.

- Te apoyo en eso, a pesar de ser clones también somos nosotros mismos, no podemos ser idénticos a ellos ni aunque queramos debido a que no vivimos en su misma época y país - tampoco era como si estuviese interesado en parecerse al otro Freud. No quería morir de forma tan ridícula, fumando puros hasta quedarse sin mandíbula, de alguna manera sabía que si llegaba a fumar se le volvería una adicción, imaginaba el sabor del humo como una tentación, pero no lo fumaría. Eso, según las teorías del otro, significaba una mala etapa sexual durante su infancia.

Ironías de la vida.
Escuchó aquél otro comentario, sonaba bastante deprimente.
- ¿Y quienes son los fuertes? -la miró como si no estuviese allí -. ¿No pueden escoger ellos mismos seguir el camino ya establecido? Eso sería libertad también. Si todos pusieran como ley su voluntad habría, irremediablemente, caos.

¿Cómo era una persona aburrida? ¿Muy predecible? Sí, esa sería su definición. Pero esas personas resultaban algo divertidas después de todo... Seguían siendo interesantes de analizar, de observar, de conversar. Porque las acciones no eran lo mismo que los pensamientos.
Uno puede obedecer y pensar al mismo tiempo en cómo salir de la situación de sometimiento, la pregunta le causaba bastante contradicción, ¿los fuertes eran los que hacían su propio futuro? ¿O eran los que ya estaban destinados a hacerlo? En todo caso, éstos no serían libres porque ya estarían predeterminados a serlo.

- Suena a que tu vida va por mal camino -murmuró y fue alzando el volumen con cada palabra hasta hallar el tono perfecto-. Como si no estuvieses satisfecha, ninguno aquí lo está y, para ser sincero, creo que es porque temen a los que les sigue después del colegio.

Es tener miedo del futuro.
- Por ahora no encuentro otra explicación.

-Sé muy bien que nadie está satisfecho con su vida, ¿pero por eso debemos permanecer inconscientes ante nuestros deseos? Es verdad que no siempre tendremos lo que queramos, pero porque no intentar antes de simplemente quedarse sentado esperando el tan ansiado “milagro” la idea no es solo mirar y quejarse en silencio- se sonrió de lado mirando su mano a la vez que cerraba y abría la palma como si buscara encontrar control en su propio cuerpo.

Su antecesora aunque tuviera esa clase de pensamiento inclinado hacia el feminismo, ahora ella lo implicaba a todo, a su vida como clon, a esa opresión de tener que estar sometidos sin poder elegir propiamente lo que quisieran, y lo que venía después de ese encierro era probablemente lo peor, un futuro que se suponía era incierto podía pintarse en un lienzo sin problemas al menos desde su perspectiva, porque una reinserción a la sociedad no era lo que iba a pasar. Si éramos clones, era para servir, atados a lo que una vez fuimos.

-A mi me gustaría saber cómo es que la gente que ahora se dice insatisfecha trata de cambiar su tan esperado destino, tal cosa como lo predestinado para cada uno es una tontería… incluso los clones deberíamos tenerlo claro, no hay más que el hoy. Y hay muchos que piensan en que morirán como los originales, digo ¿no tienen nada mejor que hacer?- torció la boca y negó con la cabeza como diciendo que no entendía tal tontería.

–La gente debe vivir con objetivos, tener metas, realizar acciones; es decir, no existir por existir, sino transcendiendo esta existencia dada y buscar una infinidades de cosas proyectándose en vida y no en la muerte- Así era como nos comportábamos los clones al fin y al cabo, sujetos a presión y sin pasión en mucho de lo que se supone antes gozábamos hacer. Sin darse cuenta una brisa agito sus cabellos azabaches y trajo consigo el vuelo de una pequeña mariposa que se termino de posar en uno de sus dedos como si la hubiera llamado.

La palabra "inconsciente" le atrajo de inmediato, su original la empleaba demasiado, más de lo que él hubiese querido, pero también había dicho "deseos" y esas dos palabras ya lo hacían recitar en su mente la teoría psicoanalista como si se tratase de una horrible grabación.

Le hizo gracia.

- Casi todos están demasiado asustados como para darse cuenta de que, obviamente, es imposible morir como sus originales, algunas situaciones son irrepetibles. Casi todas las son, pero siguen empeñados en eso - sonrió -. Es bastante divertido.

El discurso de la chica le pareció de lo más teatral (más que nada por la dichosa mariposa), pero, aún así, bastante conmovedor. ¿Trascender, eh? ¿Y cómo se podía hacer? ¿Qué era trascender para él mismo?
No tenía en mente ningún proyecto, él era feliz si molestaba a Shiro o si lograba pasar desapercibido un rato en su grupo de amigos. Aún con una existencia tan vacía como esa estaba satisfecho.

Ladeó ligeramente la cabeza.
Respiró lentamente el aire que provenía de todas partes.

- ¿Y qué se supone que haces junto a los árboles? - señaló el árbol - ¿Esperar a que llegue algún clon a cuestionar las teorías de tu original? No es muy común que alguien esté paseando solo con los recientes eventos. Cualquiera podría sospechar algo de ti.

O de Freud.
No sentía deseos ni impulsos de hacer nada malo, pero estaba en tan mala posición como la otra, ¡era sorprendente como una pequeña caminata podía guiarle a tal conversación! ¿Era esto lo que Simone llamaba existir? ¿O escoger?

No entendía mucho del existencialismo, después de todo, era algo que él no tenía que estudiar a fondo.
La miró con curiosidad, esperaba uno respuesta menos poética y más realista.

La verdad no le importaba mucho a Simone como el tomara lo que acababa de decir, si era dramática, exagerada o lo que sea, simplemente era su modo de expresarse, de ver las cosas, lo cual para ella era natural, claro… le gustaría ver la vida de otra manera pero su propio ritmo diario no dejaba cabida a algo más aparte de ello, así que resoplo al oír su pregunta.

Claramente buscaba un cambio de tema, lo cual no le disgustaba en lo absoluto porque sabía que pasaría -Sinceramente, solo buscaba tener algo que hacer, no tengo como tu un grupo al cual integrarme, así que ando de lado a lado, quizás por eso me ensimismo tanto en tratar de entender algunas cosas... ¿aburrido no crees? yo también a veces me siento así- la mariposa se fue y jugo un poco con su pie dando puntadas al suelo como si acomodara sus zapatos.

Tenía la sensación de estar y no estar ahí en ese instante, como si su existencia solamente estuviera para ocupar un lugar en el espacio que otro no puede. Sabía que no era indispensable, pero también sabía que si no la necesitasen no la abrían clonado. Entonces vino a su mente aquella tonta secta de dolly de la cual había oído días atrás y sonrió con irónia volviendo a preguntarse porque pensadores, escritores, gobernantes y demas, creian en esas tontadas.

–Estaría en el salón de música ahora, pero por desgracia hay algunas personas ahí en este momento y me molesta ver grupos a los que no puedo integrarme, aunque no lo demuestre- dijo en un momento de sinceridad desmedida, pero tampoco es que fuese un secreto pues ahí todo el mundo seguramente era consciente de la poca habilidad de la chica para hacer sociales, y no era para mas, si ella misma apartaba a la gente con alguna mirada fría o desinteresada en la mayoría de las ocasiones.

Alzó una ceja.

¿Por qué no podría integrarse? ¿Era la falta de padres? No, si así fuese todos los clones serían incapaces de relacionarse con otros, así que esa causa quedaba descartada.

- Tener un grupo.

Saboreó las palabras, las había repetido en un susurro. Eso no era algo muy difícil de obtener, pero tampoco era algo necesario para vivir. Hitler se la vivía solo y parecía que no le importaba demasiado. ¿Por qué a ella sí?
No estaba captando el problema en sí.
Observó como Simone se tensaba y la respuesta que pudo conseguir es que, en realidad, ella era algo tímida.

Apostaba a que si hablaba un rato con Shiro se harían amigos, Shiro era demasiado bueno.

- Bien, entonces creo que no hay nada que se pueda hacer - declaró con un tono de aburrimiento en la voz. No era interesante conversar de la vida diaria, tendría que molestarla un poco para probar cómo reaccionaba. Quizás molesta diría otra clase de cosas que no fueran tan... rebuscadas. O, tal vez, se sentiría aún más confiada como para darle un golpe en la cara.

Se acercó más al árbol y se dejó caer pesadamente.
Uno no vivía para pensar y si sólo se vivía para pensar uno no actuaba para sí. Ser sólo pensamiento o ser sólo acción. Una de dos, las personas que lograban el equilibro no necesariamente eran felices.

- ¿Tocas música? - preguntó sin verla, pero totalmente relajado. Había dicho que estaría en el salón de música, pero podía ser varias causas: Sabe tocar algún instrumento y quiere hacerlo sola, sólo quiere un lugar para pensar, quiere un lugar para poder estar sola.

Sigmund no sabía tocar, no le atraía demasiado. Los clones de los músicos famosos eran engreídos o demasiado sentimentales, era un dolor de cabeza tratar con ellos.