¿Celoso yo? ¡Para nada! (Privado Shakespeare)

Miguel, tras aquel pseudocoqueteo de su adorado gatito William, se había ido a refugiar a la biblioteca, a seguir leyendo libros de su original y documentos, buscando desahogar la consciencia, porque claro que él también había jugado mal aquella tarde.

Con todo, siempre había tenido la duda de si su original había conocido también a Shakespeare... aunque era insondable la brecha de años entre ambos escritores. Eso era lo que buscaba realmente entre los libros, a pesar de que no podía concentrarse apropiadamente
¿Porqué la vida, luego de haberle quitado el aprecio de quien fuera desde muy pequeños su mejor amiga, le había llevado a una situación tan difícil con el ser mas difícil dentro de los escritores de la academia -claro está, luego de Lovecraft-?

Al oír la voz de Will, lo único que hizo fue fijar sus ojos en los azul cielo del inglés y volverlos a bajar a su libro, aún disgustado con él. Quizá de modo bastante infantil.
-¿Donde más iba a estar? Después de eso a nadie le dan ganas de irse de aventuras, Will
Suspiró y ahora sí lo miró a los ojos, con un cierto desafío dibujado en sus ojos verdes.
-¿Porqué vienes?

Levantó apenas una ceja, con un cierto aire de aburrimiento en ese gesto.
-No es que esté mal que vengas, sino que está mal que vengas sin una disculpa, William.- cerró el libro, bajando con eso su mirada. Se aclaró la garganta, porque sentía de nuevo que se le apretaba en un nudo.
-No es como que no esté acostumbrado a que me traten así... pero aún así no pensé que tú tambien- suspiró hondamente, tratando de alejar de su cabeza algunos recuerdos bastante dolorosos, recuerdos que también tenían presencia en su físico.