-Primer día de trabajo- [Privado Freud]

Tarde agotadora para el pelinegro. Luego de la primera clase que le había tocado dar su mente no daba para más. Los nervios junto a un resfriado repentino y molesto habían vuelto su primer día de trabajo en un martirio. Guardando sus lápices y papeles se sentó en la mesa, observando el salón de clases ahora vacío. Increíble el pensar que solo hacía minutos estaba dando clase a un grupo de gente que él solo había visto en libros de historia...

Aún pensando en ello detuvo sus ojos en los dibujos que habían comenzado a hacer. Habían algunos realmente buenos, tanto que con un poco de práctica podían convertirse en excelentes.

-Caramba... -comentó con una sonrisa comenzando a evaluar en ese mismo momento. Parte del trabajo lo adelantaba y podía curiosear las habilidades de cada uno de sus alumnos. Se sintió viejo en un momento pero aquello no le importó, era genial trabajar en ese lindo lugar.

Dejó los papeles a un lado cuando la luz del salón comenzó a apagarse. La noche llegaba con su manto negro colmado de estrellas a darle a entender que se hacía tarde... Perdido en sus pensamientos se quedó allí sentado, sin ver nada más que el recuadro blanco que guardaba los dibujos, ahora invisibles para él.

No se había dado cuenta y ya estaba completamente envuelto en las sombras. Con la mirada perdida en la pared de enfrente se había puesto a pensar en la planificación de su siguiente cómic, mentalizando las viñetas a la espera de que la inspiración le ayudara a crear su obra de arte.

Tal vez por esa razón el murmullo que escuchó a su lado le hizo saltar y casi caer de la silla. Miró hacia un lado algo alterado por la brusca forma en que había salido de su trance, sorprendiéndose al encontrar entre las sombras a uno de sus alumnos. Se revolvió el cabello intentando hacer como que no le había sucedido nada, y sonrió mirándole a los ojos.

-Claro que estoy bien... ¿por.. por que lo dices? -preguntó totalmente desconcertado de encontrarse en aquel lugar. Su mente le había llevado a una metrópolis llena de caos donde él era el superheroe, y ahora de golpe se encontraba en el salón de clases- ¿Sucede algo? ¿Necesitas... se te quedó algo?

Perdido como estaba intentando volver a la realidad le miró con una sonrisa algo ida, esperando a que el muchacho no pensara que él estaba loco o algo por el estilo.

Sintió que tal vez el contrario sí pensaba que estaba loco. La forma en que le miró le hizo pensar en que buscaba la forma de explicarse el por qué estaba tan sobresaltado. Ni el mismo se entendía, por lo que intentó hacer como que no le sucedía nada. En realidad seguía pensando en las posibilidades de que su imaginación se volcara en las hojas en blanco frente a él.

-¿Extraño? -preguntó sin dejar esa sonrisa que le caracterizaba. Se sintió levemente ignorado por el hecho de que mirara alrededor pero eso sólo le ayudó a desordenarse el cabello e intentar volver a la realidad- Tienes razón... a mí siempre se me queda todo en todas partes... se me quedaría la cabeza algún día si no la tuviera pegada al cuerpo...

Se rió con suavidad mirando a su alumno a los ojos. El formar una buena relación con ellos era primordial, pues si iba a pasar una temporada trabajando allí no quería que fuera envuelto en malos tratos. Le vio sentarse en la banca y apoyó los codos en la mesa, apoyando luego la cabeza en la palma de sus manos para mirarle con curiosidad, o todo lo que podía mirarle estando tan oscura la habitación.

-No hay muchos alumnos que como lugar tranquilo elijan el salón en el que han estado todo el día... -comentó mirando por la ventana unos segundos- De seguro eres el clon de algún solitario dueño de... una tienda de mascotas -comenzaba a divagar pues se había puesto a pensar en quizás que tontería que pasaba por su cabeza. Despistado y perdido, sonreía con tranquilidad observando al muchacho como analizándole por dentro.