Preocupación [Privado/Dante]

Era despistada. ¡Despistada hasta más no poder! No paraba de repetirse aquellas palabras una y otra vez. Después de haber pasado una tan agradable tarde con sus amigos, se había dado cuenta de aquellos apuntes que necesitaba. Aquellos sobre la historia antigua de Grecia, que debería saber para la ambientación de su original. Sin embargo, los había perdido desde hacía poco.
Buscó por todos lados: La Cafetería, donde se encontraba aquella mujer cocinera que tanto terror le inspiraba; El Taller, aunque no había ido aquel día... Y muchos más lugares. Incluso en otras clases, como solía hacer. Debía encontrar aquellos apuntes. Sabía que no era bueno tenerlos en hojas sueltas, ya que por su carpeta se escapaban tantas cosas...
Hipatia, la alumna perfecta, podría tener un suspenso si no era conocedora de aquellos datos. Y la verdad, es que no quería. Odiaba suspender historia, debido a que debería ser la que más sabe sobre ello. No podía.
Pero se le olvidó un lugar donde podría buscar. Exacto, tuvo que recorrer pasillos por pasillos. Aquellos datos no se encontraban fácilmente. Ella tuvo que encontrarlo en libros y libros de aquella dichosa biblioteca. Y en un libro, aunque no conseguía acordarse de su nombre, estaba la información. No, no iba a buscar. No descansaría hasta encontrar el libro.

El tiempo pasaba, ella se encontraba desesperada. Mirando por el suelo, sin saber donde miraba.

El perderse entre los pasillos, como en la biblioteca e incluso en sus propios pensamientos era algo normal en Dante. Débil era su mente pues, conociendo su naturaleza como algo que había resultado de muchos experimentos para hacer la copia de una persona que vivió antes, y para el colmo, con todas esas dudas existenciales que se había cargado durante toda la vida pasada (y sumadas con las actuales, resultarían un tremendo dolor de cabeza para cualquier humano). Buscaba la razón de la existencia de su original yo que había existido hace siglos y el camino que tomaría ahora como un clon de ese mismo ser tan indeciso.

Y el dolor, el dolor volvía tan rápido que hacía que se mareara, sintiera nauseas y el deseo de golpearse la cabeza para dejar de pensar (además de acallar los gritos desesperados e internos que exigían que escribiera, que escribiera hasta que le sangrarán los dedos si era posible). Ahogando un jadeo de desesperación, se derrumbó en una esquina de los pasillos junto a unos casilleros, colocando su cabeza entre sus rodillas.

- Ah, cuando hacen que una vida problemática nazca de otra que nunca resolvió sus propios problemas, ¿cómo esperan a que tenga una vida más tranquila? - chistó - Y aunque este en este lugar, no es más que la misma prisión con diferente nombre y en diferente tiempo - golpeó su cabeza con el casillero, quedandose un rato con la cabeza recargada ahí - ... Preferiría hundirme hasta el séptimo círculo del infierno - suspiró, cerrando los ojos, aspirando profundamente e imaginando el dulce olor del perfume que había sido una de las razones de las miles de noches sin sueño de su yo original. Lo calmaba, pero a la vez le hacía daño. Poco a poco volvió a abrir los ojos, mirando el sucio suelo del colegio, justo ahí, debajo de los casilleros, unas hojas ¿acaso una libreta? - ¿Poemas sin publicar o los simples pensamientos comunes de alguno de los otros clones? -