Paseo a caballo [Lovecraft]

Se levantó temprano en la mañana porque tenía planeado ir a ejercitar a Bucéfalo, su caballo. Si bien es cierto que la escuela no tenía una área de equitación o caballerizas para dichos animales Alejandro no había podido dejar atrás a su corcel: puede que ya no fuese un conquistador y montara sobre el para ir a batallas invocando la protección de Zeus, pero los caballos seguían siendo una de sus más grandes debilidades, entre otras cosas. Así pues, con el fin de conservarlo él mismo había construido las instalaciones de cuidado necesarias para su compañero animal. Había tardado casi un mes entero en lograrlo, pero finalmente estaban terminadas, la caballeriza completa, incluido el cerco y la pista para ejercitarlo. Inclusive había gastado su dinero mensual en riendas, silla, bridas y todo lo necesario para su cuidado. Lo único que no podía costearle era la alimentación al ser tan cara, así que se había vuelto amigo de la cocinera de la escuela y ella le regalaba las sobras de las verduras y guisados que no contuviesen carne para dárselos a Bucéfalo. Ese día debía pasar por ellas de hecho.

Se alistó con prontitud para bajar silenciosamente desde su habitación hasta la cocina donde la cocinera lo esperaba con las sobras ya listas. Se saludaron cordialmente y charlaron un poco mientras Alejandro acomodaba las sobras en una bolsa para llevarlas con más facilidad. Se despidieron acordando volverse a ver en el desayuno y el castaño salió por la puerta trasera hacia su caballeriza. Llegó al poco tiempo y encontró a Bucéfalo esperándole desde el cerco. El caballo dió un relincho animoso al verlo y Alejandro no pudo evitar sonreír. Acarició la cabeza del caballo con una mano saludándole mientras entraba al cerco y ponía las sobras en una cubeta para que el animal comiese, dejándole hacerlo mientras el inspeccionaba la caballeriza por si tenía insectos, serpientes o necesitaba reparación. La encontró en buen estado así que volvió a donde estaba el corcel, con un cepillo en la mano para comenzar a cepillarle mientras este seguía comiendo. Parecía una escena de una película. Se rió de pensar aquello y el caballo levantó la cabeza mirándolo como preguntándole de que se reía.

De nada Bucéfalo, anda, sigue comiendo porque hay que ejercitarte antes del desayuno.

El caballo volvió la cabeza al cubo mientras el castaño terminaba de cepillarlo. Fué a la caballeriza a dejar el cepillo y volver con la silla, la manta, las riendas y las correas necesarias comenzando a colocarle todo al animal excepto las riendas pues aún estaba comiendo, aprovechando para ajustar las correas. Finalmente termina de comer así que le limpia un poco el hocico y le da agua para que no llene el bocado de comida, se lo pone acomodándolo y sube el pié al estribo para subir de un salto sobre el lomo del animal mientras lo lleva al área para ejercitarlo dándole palmaditas en el cuello.

Vamos Bucéfalo, es hora de trotar un poco

Da un leve apretón al vientre del animal y este comienza a trotar mientras lo hace dar vueltas cerca del cerco para que caliente las patas pues jamás se perdonaría que el animal se lastimara por su descuido.

Hizo que el caballo diera varias vueltas por la cuadra hasta que hubiera calentado correctamente y entonces lo hizo apretar el paso y comenzar a correr. En momentos como esos se sentía libre y se permitía cerrar los ojos, se imaginaba a si mismo siendo el verdadero Alejandro, en la espalda de Bucéfalo mientras corría en el campo de batalla, persiguiendo a Filipo o buscando derrotar al ejercito persa con la protección de Zeus, el aire en su cara, el olor de la sangre derramada en la tierra... Suspiró abriendo los ojos de nuevo mientras hacía que su caballo bajara la velocidad para que descansara dejándolo caminar. Fué entonces cuando miró alrededor y notó a una persona sentada bajo un árbol y al parecer los estaba mirando. Eso le llamó la atención. Muchas personas iban a la caballería a ver a Bucéfalo pues Alejandro no podía estar con el animal tanto como quería pero generalmente si alguien desconocido intentaba tocarlo y su amo no estaba cerca el corcel se ponía nervioso y comenzaba a dar patas e inclusive intentar morder.

Detuvo a Bucéfalo y de un brinco bajó de su espalda cayendo de pié con facilidad. Da una palmadita al animal para mandarlo a beber agua quitándole el bocado del hocico para que estuviera cómodo. Camina hacia la orilla del cerco y sube por las tablas de este brincando al otro lado para acercarse a la persona desconocida con las riendas en la mano. Apenas cuando estuvo a un par de metros de distancia se percató que era un hombre, más específicamente un joven, preguntándose de quien sería clon aquel chico. Se detiene mirándolo hacia abajo con tranquilidad aunque bastante curioso.

Hola, soy Alejandro, él es Bucéfalo ¿y tú?